jueves, 14 de noviembre de 2024

Pasa y no pasa


A veces me sumerjo en un rencor chatarra,
en casi odio que pasa y nunca pasa,
y me vuelvo asesino rencoroso
que mira en el desierto de su cama
cómo trasladan las hormigas de los años
las hojas que se caen de su piel.


Pero estoy vivo y vivo. Debo festejarlo con todo mi dolor,
mis uñas incrustadas en los pechos amados,
en las negras orquídeas de mi infierno interior.

Haré que pase, lo prometo,
que quede como seña de buen trato
mi martillo y mi destornillador,
el jardín que se ducha todas las tardes,
el pan tostado con paté.

Y el cielo que se ponga triste,
si así quisiera Dios.

martes, 8 de octubre de 2024

En el ámbar del tiempo


Aquel cuerpo radiante, esplendoroso,

que, desnuda frente a tus ojos, 

se secaba con la toalla,

sin pudor, hasta sus partes íntimas,

con su sonrisa de mujer amada 

y en confianza absoluta, 

hoy resurge de tu memoria, 

atrapada como insecto en el ámbar.

Una forma caleidoscópica 

de extremidades extendidas

expresan el mismo candor, la misma gracia, 

la misma vaporosa seducción, 

y la sigues amando,

aunque la dolorosa puñalada 

del tiempo sustituye al cosquilleo 

y a la expectación del instinto.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Tímidamente perfecto


Soporta en la mudez sus tripas derramándose
en la hornacina de un papel periódico
trincado por el cinto.

A veces se acuchilla las arterias,
no para suicidarse,
sí para extorsionar al que lo mira
con el jaez de la omisión de auxilio.

Al paso de los años,
busca desprestigiar la primavera
dejando que las flores mueran en su patio;
y odia el invierno,
cuando su estupidez lo atrapa en el trabajo
con poco abrigo
(dos horas antes del final de la jornada),
mientras cae el mercurio, y cae él
tiritando sobre el cemento helado.

La magia del amor hace indolora 
la herida del malandro, 
y hace que un hombre rudo
derrame vergonzosas lágrimas 
por una prostituta de la esquina.

¿Por qué, entonces, es tan difícil 
vivir sin cuestionarse,
como el ebrio Bukowski?


martes, 18 de junio de 2024

Gravidez de la lira

Escucha, oye cómo vibra,
en el nudo callado de la noche recóndita,
la cuerda insomne.

En el celeste útero,
con milagroso canto, madura la memoria
la gestación.

La mente grávida recorre
las arterias del tiempo, las alas de la sangre,
la luna herida.

Escucha, oye cómo cruje
el cascarón del huevo, cómo pía el misterio
sobre la blanca hoja.

lunes, 17 de junio de 2024

Cada quien elije su lugar en la vida

Los hombres se ubican, tarde o temprano,
en su lugar exacto de la vida,
desde donde podrán autodestruirse sin piedad,
oscuros y tensos y desdoblados
en trozos distintos que no armonizan entre sí,
en segmentos de seres que no se comprenden,
que no conversan sino monologan,
mientras en sus ciudades interiores,
en sus heroicas catedrales,
se arrastran día a día, con penuria,
reclamando a gritos la extremaunción.


viernes, 14 de junio de 2024

El silencio de los inconclusos



La locura del verso, cuando en la tarde,
junto al ahogo del crepúsculo, 
se apandillan los pájaros deformes;
y a través de la mano del poeta 
se insinúa el esmalte de las alas,
las plumas recompuestas 
que apaciguan heridas de la sombra...,
en plena noche acude la emoción.

Las diosas que de entre el misterio surgen 
se deleitan con líricas criaturas 
glorificadas en sus brazos,
y en feliz embriaguez 
ungen la frente de los elegidos.
Virus azul hacia el contagio, 
fiebre que alumbra todo espíritu.
¡La enfermedad divina del talento!

Mientras arde en silencio un hombre 
en su oscura labor, tallando en la madera 
candente de las horas, 
con el leño incendiándole las alas,
los vocablos tozudos, las afonías últimas,
su rostro aprisionado en el carbón.

jueves, 13 de junio de 2024

El jubilado

Distraído en el banco de la plaza,
el viejo corazón ya no practica
su lenguaje de sábado en la noche,  
sus paseos de sol en las playas vacías.

Una bomba mecánica 
sigue irrigando amiga
el cuerpo abastonado;
y en la cara curtida
persiste aquella rosa del ayer, 
pasión ahora consumida.

Pasan los jóvenes, elásticos,
algunos raudos en la urgencia matutina
por causa del rigor de los horarios;
otros, indiferentes con miradas perdidas, 
todos felices solo de vivir.

Van segando las briznas
bajo el eterno sol
para el granero de la vida;
brindados al amor,
ardientes en el alma sensitiva,
dueños del hoy y del futuro.

Al sueño de la otrora fantasía,
el viejo corazón sigue latiendo
en la hermosa mañana que termina.
Al fin del ajetreo
se aturde de vigilia.

Tantas agitaciones
lo abruman y alucinan.
Remonta la mirada, reconoce
las hondas maestrías
que el sosiego propone.

Y en medio del bullicio y de la prisa, porque han dado las once,
el tiempo del solaz culmina.
Mira la plaza, su propia ausencia, 
y hacia su cama se encamina.  

martes, 11 de junio de 2024

Como una lagartija en el desierto

Cuando el verdugo sol,
día tras día,
caiga con su plomizo odio,
los buitres en las nubes
acecharán en vano.

En el oasis,
frente al espejo de la fuente,
donde la luna y la serena infinitud
retozan en la noche,
como paciente lagartija,
me haré habitante del desierto.

De ahí en más
—reptil de sangre fría—,
caminaré feliz por las arenas tórridas
sin el apremio
de levitar, pues, subiendo las dunas, 
me adueñaré del horizonte 
levantando las patas alternativamente.

viernes, 7 de junio de 2024

Perdóname la bofetada


A tus pies —gato entre los flecos de la colcha—,
vengo a pedirte consideración. Mi voluntad 
de alejarme de ti era solo un deseo falso, 
un pretenderme libre de los grilletes de la convivencia,
una pueril demostración de mi odioso machismo.

Ahora que la noche se volvió interminable
por mi funesto autodestierro de tus brazos,
me reprocho con reprensiones en mi altar recóndito
estos gemidos silenciosos,
estas ansias de besarte en la nuca.

Lo hecho hecho está: el puñal de mi crimen
(la fuerte bofetada)
sigue temblando en mi mano sangrienta,
mientras observo en tu mirada
un recorrer de gritos por mi mente
y una condena firme sin clemencia ni olvido.

Te muestras fría a mi remordimiento,
a mi ruego insistente para ser indultado.
Allí estás con tu mueca victoriosa,
tu memoria exhumando cicatrices,
oculta en el mutismo de las víctimas.

Permanezco sentado a tus pies frente a ti
con los ojos cerrados para oír tu deshielo.
Ya no respondo a tu rencor:
sólo espero besar tu boca 
de absolución y sexo.

martes, 4 de junio de 2024

Las huellas del espanto

Habías desarmando tu velero;
las aguas se volvieron traicioneras para navegar;
sin viento, todo fue incomodidad:
el verano picante, el invierno punzante,
exhibiendo la vida su macabra piedad

Esta noche no vienes a vencerte a ti mismo
sino a batir señales de tu corazón en peligro:
relámpagos, razones por las que arrojaste
la dura tempestad sobre tu cuerpo,
por las que tu conciencia hoy se atreve
a censurar tus borracheras.

Has bregado en la angustia de las altas olas,
Estremecido de oír tus pesadillas,
deshecho en las alarmas de traiciones,
pues hienden en el alba su puñal en tus muslos,
en las partes sin hemorragia (para evitar tu muerte),
sólo para verter dolor, tortura e inacabable pánico.

Como un devoto en susto, te has mentido
en oración para aceptar la muerte
del que ha resucitado a los tres días,
y poco a poco vas recuperando
la historia del calvario, de la crucifixión,
el sueño de tu infancia de convertirte en santo.

Tras las murallas de tus fármacos,
te has vuelto estéril a la dicha,
confuso por el síntoma de tu chatura humana,
de tus absurdas chances de heroísmo y gloria.

Hoy, en tu espíritu, luego de ver a tus amigos
marchar alegres hacia la locura,
se enmudece la fiesta de tu vida,
encerrado en el ataúd del tiempo, temeroso
de caer ante el caos menos imaginado.

Aunque ambicionas retener destellos del pasado
en el desierto de tu cielo estremecido,
todo me indica que nunca fuiste un poeta beat
que salía de la pesada realidad
flotando por las drogas consumidas.

Los temblores de tu codicia han menguado,
y sostienes tu risa existencial
en la conquista tenaz del conocimiento.

Luego de largos años de lucha sin rendirte,
en rearmar tus velas, logras hoy emprender
las anhelantes aguas de tu mar odiseo.

domingo, 26 de mayo de 2024

Preludio

Viento súbito
Árboles agitados
Remolinos de hojarascas y polvaredas
Bambolear de bombillas eléctricas
Relámpagos intermitentes
Resplandores violetas
Golpes de puertas y ventanas
Flamear en los alambres
Crepúsculo repentino
Silencio de aves
Encierro
Espera
Miedo 
Madre
Jesús


sábado, 25 de mayo de 2024

Refugio

Cuando busco los móviles del duro
vivir sin ti, soñándote semanas,
imaginando dicha en el futuro,
sólo encuentro infinitas noches vanas;

cuando traspaso el agobiante muro,
para llegar de nuevo a las baldosas
del cuarto aquél, donde aspiraba el puro
y descalzo perfume de tus rosas;

cuando hastiado, sin rumbo, sin camino,
yendo mil veces a ninguna parte,
y sabiendo que un día el juez destino
decidirá si puedo aún amarte,

huye mi corazón sin paz, herido,
a guarecerse bajo el manto de Arte.


Romance de la luna en mis ojos

Enredada en el silencio
de la noche adormecida,
pena mi visión estéril
en la inquietante vigilia.

Escudo que siempre alumbra
con desolada caricia, 
la luna cae en la sombra
con redonda melodía.

En la noche de cerrojos
y de un dios que recrimina,
me revela el parpadeo
de su mirada tranquila. 

Ya renuncié a la esperanza 
en la tierra prometida.
Triste llora mi guitarra 
en el ocaso del día.

Allá en los campos alumbra 
los trigos que se acarician,
mientras los vientos se ondulan
para peinar las espigas.

La luna hiere mis ojos
con su mirada infinita.
Girando eterna retorna
para dolerme la vida.

jueves, 23 de mayo de 2024

El pozo del cielo



mi tristeza 
dolerme
dejo

esfuerzo agigantado
equilibrarme quiero
al brocal de la vida

envolverme vértigo
inclinarme leve
ver el negro abismo

alguna forma de senda
algún pardo de la sombra
alguna victoria nada

alguna senda claroscura
tan sólo un pálido fulgor
señalándonos algún cielo

miércoles, 22 de mayo de 2024

Sangrar por la herida

Quisiera volver a aquel pueblo
de mi vagar adolescente,
y reencontrarme con la joven
que me sonrió con picardía.

Recuperar aquel instante
que se esfumó por mi torpeza,
y reparar mi indecisión
ante la explícita señal.

Surge y resurge en mi memoria
el voltear del bello rostro.
Me carcome haber malgastado
aquel obsequio del destino.

jueves, 16 de mayo de 2024

Reclamo a Dios

He cruzado los mares sumergido entre peces hambrientos
y monstruos percatados de mi miedo, mundos inverosímiles
donde cualquier humana manifestación
—cualquier deseo reprimido que intentaba liberarse—
era una cadena herrumbrada, paso a paso.

Me perseguían las manadas de cangrejos 
tenaces sus tenazas, codiciosos de mis errores,
los fetos del atávico recuerdo,
las serpientes eléctricas de las pasiones imposibles,
envalentonados por mi doliente al avanzar.

Con todos los altares en mi pecho
ofrecí en martirio mis días malgastados
y una oración de sangre con su raíz de cuna.
Muchas decisiones erróneas fueron ahogadas
en los oscuros fondos,
bellos pulpos rabiosos me escupieron,
la presión me apretaba el esternón y la locura;
y hoy, ya libre de síndromes fantasmas,
pero aliviado por mi sexto sentido
—porque de punta a punta he cruzado el mar,
porque salí del mar muy tarde—,
reclamo en soledad sobre la arena tibia:
—¿por qué, Dios, me has negado 
el mar abierto de Moisés
y la esperanza de una tierra prometida?

miércoles, 8 de mayo de 2024

Con el palo de fregar como terapia


Todas las veces me da risa lo de siempre.
Antes sí me irritaba,
hoy ya no tanto —practico la empatía—;
pero nunca me acostumbré
a los tenaces golpeteos
de su palo de repasar contra los muebles,
las paredes, las puertas,
metódicamente, durante todo el día,
como si esa tarea
la mantuviese eternamente joven.

Aunque sé que tampoco
puedo sentarme todo el tiempo
tratando de aprender la lengua del fregado,
de igual manera,
ella entrará azotando las esquinas,
el escritorio, la silla, mis piernas, mis ideas,
y me levantaré
para que pula el piso donde estaban mis pies,
con mi sonrisa de condescendencia,
como todos los días,
para que luego de que yo me muera,
nunca sienta que me irritaba
terriblemente su faena de limpieza,
su terapéutica manera de fregar.



viernes, 3 de mayo de 2024

Estampa de un recuerdo




Bajo el frutal del patio,
en la fresca mañana de trinos incesantes
--melodías sin tiempo--,
oyendo el traqueteo
de la aguja en la máquina a pedal,
ajeno al hombre que será,
a su propia nostalgia,
sobre la tierra parda
dibuja con el dedo la inocencia,
mientras absorbe su memoria
la atmósfera que nunca olvidará.

domingo, 28 de abril de 2024

Llamado a los príncipes

Príncipes de la tierra,
amos de nuestras existencias:
os habla vuestro fiel admirador.
Escuchad mi proclama:

Seguid creando las feroces guerras,
provocando las muertes inocentes
con vuestras frías bombas sanguinarias.

Seguid saciando vuestra sed de sangre,
obedeciendo atávicos impulsos
de vuestra voluntad de poderío.

Rubricad con traiciones presagiadas
vuestros pomposos tratados de paz.
Mostradnoos por siempre
la fría realidad de la existencia.

Príncipes de la historia,
opresores demócratas,
dictadores corruptos,
imperialistas arrogantes,
emperadores sátrapas,
caciques de las tribus nómadas,
jefes de los emporios financieros,
pandilleros urbanos...,

proseguid la hierática misión.
Calculad fríamente
el cúmulo de muertes necesarias
para la sumisión de vastos reinos.

Mortales fieras,
astutos carniceros de la tierra:
proseguid vuestro noble quehacer
de refinar la cacería.

Mostradnoos por siempre
la bella imagen del siervo ensangrentado




viernes, 19 de abril de 2024

Regreso de la emoción

1

He llegado hasta aquí bastante harto de mi aliento,
de tanto correr hacia espejismos que se alejan,
de vivir bajo el mismo campanario
oyendo el mismo bronce de cancela día a día.
Mi corazón se habituó a amar fotografías
con ojos de turista paralítico: el mundo grecorromano,
la aplastante piedra removida y elevada por Sísifo,
y tantas otras huellas de la cruel soledad del hombre.
En una casa grande ya y sin hijos, harto estoy, liberto esclavo,
(sé lo que es un corral de hombres solitarios con alas),
abandonado por los ángeles que me indicaron el sendero,
practicando matanza de demonios por las noches,
donde el cuervo de Poe viene a graznar sus “¡nunca más!”,
burlándose de mi melancolía, de mi esperanza,
atizando la vacuidad de mi cuarto, de mis fantasías,
exigiendo su estatua de Palas y mi generoso albergue.


2

Estirando las piernas luego de una larga noche frente al monitor,
salgo insomne a la calle de mi barrio, a la intemperie,
para esperar los colores del sol que irrumpirá en minutos,
como un antiguo dios, sobre los árboles, entre las nubes.
«Es quizás –pienso- esta visión esplendorosa de matices
la puerta al paraíso tantas veces soñada por egipcios».
Se abren las ventanas del vecino, donde las arañas
vuelan paralizadas desde las alfombras sacudidas,
mientras en una casa en ruinas de una época lejana,
—hacían el amor a oscuras siempre en las noches—,
alumbrada por esta misma luz que resplandece,
tararea una viuda ya muerta trozos de nostálgicos boleros.
Soy esa imagen proclamando mi destino, este presente
que muy pronto será ese amor perdido en la memoria.
Soy el hombre sordo que oye el nítido susurro de la vida:
voces que viajan sobre la brisa agonizante que se pierde.
Le confieso mis impresiones con saludo y sonrisa
a cualquier transeúnte caminando hacia la parada de autobuses,
y sigo fascinado por los tornasoles del alba, donde prosigue
la luna su marcha trasnochada hacia el abismo del planeta,
con los ecos insonoros que llegan como mariposas del pasado.
Quiero cantar a voz en cuello la mañana de luz y vida
que va expandiéndose y me regresa con su destello
a la mágica calle de mi niño, a mi madre enseñándome
con su dedo índice y su rostro pegado al mío,
las últimas estrellas rutilantes y el infinito azul del cielo.


3

Estás en este mundo todavía, ante el juez impasible
que observa tu posible reincidencia como a un ladrón
liberado recientemente de la cárcel.

Has viajado de cuerpo en cuerpo como las bacterias
antes de percatarte de la mentira de la juventud,
y has sufrido de amor enfermo cada diez años, y a los cincuenta
te sacudió perder a las gaviotas lejos de las playas del tiempo.

No te atreves a mirar las manos asesinas de tu Yo,
el espejo donde tu rostro enarbola sus paredes en ruina.

Miras casi con lágrimas a ese entusiasta minero del espíritu.
Ya no crees en Dios, pero tu madre sigue rezando por ti
y tu mujer impregna su perfume de perdón
y te invita a envejecer juntos en la misma casa.
Ella cree que vivirán de su jubilación
—toda vez que el proceso natural de la vida me mate a mí primero.



Buscando el resplandor eterno

Tú que persigues el eterno resplandor
y transitas un suelo hostil,
no vencerás a Poe en desventura,
talento y encendido pecho.

No podrás contender con un borracho
que dormía caído en las cunetas,
y hacía de su parquedad
una luz diferente de la luna,
una doncella en sueño de amazona,
una pistola que dispara
día a día contra su propio hombre,
a la sazón cansado de los patios sin flores,
de las flechas que indican el camino
únicamente del infierno en esta tierra.

Eres tan débil: no has logrado
humillar tus sentidos,
despedazar tu armadura gregaria,
fingir ser el más desdichado de los hombres,
en afanosa búsqueda
alcanzar la ventura, el fulgor de la llama eterna
(traída para ti por duendes de la luz).

Y tu espíritu dentro de la sombra yace,
atado de escapar de su oscuro destino,
mientras un cuervo impertinente te repite:
«¡Nunca ya! ¡Nunca ya! …»

jueves, 18 de abril de 2024

El pájaro que nunca vio la luz

Eres pájaro tonto. 
No sabes emprender el vuelo
(sólo tristes corridas, 
duras elevaciones casi a ras del suelo).
Nunca has surcado el aire como vuelan las palomas
enfrentadas al halcón peregrino, como cazan las águilas reales.
Frente a la belleza del vértigo, tu alma de pájaro arrogante 
está desalentada y agoniza y araña 
detrás de la quimera. Deberías arrancarte la venda.

Eres pájaro imbécil. 
Jamás luce la luna en tus bosquejos, 
ni vuelan mariposas en tu numen.
Tus manos se han entumecido 
en los inviernos de la estrella.
Detrás de tus paredes hay demonios 
que esperan la irrupción de tu silencio.
Vives en la catástrofe del grito, 
en el tiempo obligado
a seguir la sequía de los páramos, 
la oscuridad de los relámpagos,
aquella eternidad encarcelada, 
tus sueños bajo máscaras.

Aunque veo que tienes la edad de los valientes, 
de los que han sepultado su inocencia, 
recomponiendo penas 
que ya no influyen para nada
en tu memoria llena de parásitos; 
aunque el tigre de Borges te ha comido la vista, 
te extrajo ambos ojos y hoy, apoyado en tu bastón, 
bajas por la escalera de la noche, 
del otro lado de la noche: la ceguera psíquica..., 
sabes que estás perdido 
en los amables gestos de la ruina.

Tus voces siempre cierran la boca de tu espíritu, 
ya que el recuerdo de aquellas cadenas 
daña tu innoble corazón.
Sólo te resta enterrar tu amargura, 
los días desolados,
y sufrir la agonía sideral 
de los mortales que se aferran 
a tumbas criogenizadas.

Ves partir hacia el infinito 
debajo de las nubes las pandillas de pájaros 
a punto de encontrar la absolución.
Vas sobrellevando tu vida, 
ignorando que es tarde en el abismo,
oscuramente tarde. 

Con tiempo justo para la partida,
voy cantando en tenor la última canción, 
con buena melodía y con sarcasmo:
«¡Buenas noches , amigo!
¡Buenos deseos a tu terca vida!»


miércoles, 17 de abril de 2024

Morir en tu fuego


Anoche te embrujé 
con las luciérnagas divinas.
Mis manos, desatadas y viriles,
invadieron tu cielo constelado.

Gravitante tu boca, 
rojiza pulpa de tu huerto carnal,
desbordaba futuro;
y mi presente, con su ardor en fuga,
parecía incendiar el infinito.

Devoto en la fogata de tus labios,
en los rescoldos de tu piel,
en el tacto quemante de tu cuerpo,
hasta el alba sufrí
el regocijo de los mártires.

sábado, 23 de marzo de 2024

Los dueños del cielo

Evolutivamente diestros, 
peregrinan los seres entregados 
a la existencia 
sobre alfombras de vientos
(razón reproductiva buscando eternidad).

Del cielo son los pájaros, 
del aire conquistado por milenios,
de los acantilados, de las islas secretas, 
de las alturas solitarias.
Son amos de la gravedad.

Olvidados sus gritos ancestrales,
abiertas las alas al vasto mundo,
al horizonte sin fronteras,
a las migraciones constantes,
se mueven con nula conciencia de aleteo.

Inventaron las plumas con memoria genética,
para vencer la condición rastrera,
cuando el cielo existía como reino de nadie.



viernes, 22 de marzo de 2024

Por tu río








Por la piel de tu río singla mi mano,
por sus riscos punzantes
cayendo en sus cascadas impetuosas,
por los recodos táctiles,
por los bosques primarios
donde el instinto crece fértil.

De sus profundidades
surgen los peces ateridos,
para mordisquear mi rumbo
con vértigos de espumas y deseos.

Me encadeno a su curso, 
me entrego a su corriente, 
me abandono al naufragio 
en sus aguas rebeldes. 
Entonces ya no existe el mar.