martes, 6 de octubre de 2020

Quise escapar de la cárcel de tu amor

A tus pies, como un gato entre los flecos de la colcha de la cama,
debo pedirte comprensión. Mi voluntad de alejarme de ti
era solo un falso deseo, un pretenderme libre
de los grilletes de la convivencia, un pueril desafío
al convencionalismo.

Ahora que las noches se volvieron interminables
me reprocho con reprensiones a mi dios interno,
a mi desafortunada caída,
con gemidos callados,
con ansias de volver a ti. 

Lo hecho hecho está: el puñal de mi crimen
sigue en mi mano ensangrentada,
mientras observo en tu mirada la condena implacable,
sin clemencia ni olvido.

Allí estás, fría a mi remordimiento,
a mi ruego insistente de ser indultado;
allí estás con tu pequeña sonrisa cruel,
oculta en el silencio de las víctimas,
vociferando mi conducta equivocada.

Pasan los días. Agoniza la esperanza.
Noche tras noche sufro mi destierro.
No te alcanza que te prometa cielo, luna, estrellas.
Solo el gato se queja que le falta por las noches
el calor de mis pies.

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