viernes, 16 de octubre de 2020

Más acá de la dicha

Sigo aguardando, cada día,
la tregua de mi grito al final de la tarde;
y con mi tiempo en amoroso alarde,
la pausa del trajín verter en la empatía.

Pero el aire se ha vuelto enrarecido;
y la emoción —un lirio sin aroma—,
palpita en la carcoma
de un jardín con sus luces impregnadas de olvido.

Harto de persistir en el recuerdo
—regar el alma seca con lluvias del pasado—,
harto estoy de beber en su pausado
murmullo lo que ansío y lo que pierdo.

En cada albor me trae las venturas de atrás,
memoria de la dicha. Nada más.