jueves, 17 de octubre de 2019

Viajar y luego de viajar a Barcelona


El año que viene tengo pensado viajar a Barcelona.
Es mi gran deseo. Eres la más fuerte y la más bella.
No te canses de las personas que no escuchan tu grito clamoroso.

No me involucraré en el tema de la independencia;
bastantes problemas políticos ya tengo acá en mi aldea.
Pero, basta ya de represión. ¡Destruirán obras muy valiosas!

Me iré a una farmacia y pediré unas latas de cerveza
y preguntaré por el bar donde se reúnen los poetas.

Quizás el farmacéutico me diga que no puede venderme
Alprazolan sin receta médica, y yo le diré con convicción:

“Es usted un ejemplo de ciudadano que ha llegado a puerto,
disciplinado, muerto de miedo, cumplidor de las órdenes
de los que también tienen miedo de no ser obedecidos”.

Dicen que hay un crepúsculo bellísimo en la Barceloneta,
que llega desde donde el cielo se junta con el mar.

“Oye tú, bella y eterna ciudad: lloro por ti, por tus ansias,
por las bofetadas que recibes cada vez que hablas de libertad.
Se pueden rendir, pero no es esa la solución, de manera alguna”.

A las diez de la noche me convertiré en un turista italiano
y me iré a una fonda que conozco a comer caracoles al vino.
Quiero rememorar recuerdos penosos de la primera vez.

Un dominicano negro con su mujer blanca, agraviados
por mis acusaciones se levantarán y pedirán sus abrigos.

En mi ciudad natal, en Sudamérica, combatimos a las ratas
con las últimas reservas de energía que nos restan y más.

Jamás dije que los dominicanos son ratas inmundas, hijos de puta,
que te hacen trabajar por amor al arte y a su patrimonio.
Me refiero a un solo dominicano y a un solo negro. Nadie más.

Tengo ya muchas cicatrices en el pecho y guardo quemaduras
y sigo deseando ver el retrato fiel de la historia de Europa,
sus reservas genealógicas, sus Dalí, sus Picasso y Ellas.

Bueno, hasta aquí hemos llegado, cada uno debe saber
la importancia que se ha ganado en este mundo de sol
y fantasía a las doce del día en un verano paraguayo.

¿Cómo te fue? ¿Qué tal Barcelona? ¿Es realmente culta
la gente allá, y nunca mean en la calle? ¡Cuéntanos!

Bien, les diré: “la gente allá hace el amor igual que nosotros
y cada uno se da la importancia de la forma que puede”.

Guardo la esperanza que me devuelvan mi buena intención.
No me gusta vivir en una ciudad donde hacen fila para todo.
Por más que me esfuerce me es imposible acabar mi autorretrato.

Desde el inicio, he escrito todos mis poemas en Microsoft Word,
aunque soy simpatizante del socialismo y del software Linux.