El año que viene tengo
pensado viajar a Barcelona.
Es mi gran deseo. Eres la
más fuerte y la más bella.
No te canses de las
personas que no escuchan tu grito clamoroso.
No me involucraré en el tema
de la independencia;
bastantes problemas
políticos ya tengo acá en mi aldea.
Pero, basta ya de
represión. ¡Destruirán obras muy valiosas!
Me iré a una farmacia y
pediré unas latas de cerveza
y preguntaré por el bar
donde se reúnen los poetas.
Quizás el farmacéutico me
diga que no puede venderme
Alprazolan sin receta
médica, y yo le diré con convicción:
“Es usted un ejemplo de
ciudadano que ha llegado a puerto,
disciplinado, muerto de
miedo, cumplidor de las órdenes
de los que también tienen
miedo de no ser obedecidos”.
Dicen que hay un
crepúsculo bellísimo en la Barceloneta,
que llega desde donde el
cielo se junta con el mar.
“Oye tú, bella y eterna
ciudad: lloro por ti, por tus ansias,
por las bofetadas que
recibes cada vez que hablas de libertad.
Se pueden rendir, pero no
es esa la solución, de manera alguna”.
A las diez de la noche me
convertiré en un turista italiano
y me iré a una fonda que
conozco a comer caracoles al vino.
Quiero rememorar
recuerdos penosos de la primera vez.
Un dominicano negro con
su mujer blanca, agraviados
por mis acusaciones se
levantarán y pedirán sus abrigos.
En mi ciudad natal, en
Sudamérica, combatimos a las ratas
con las últimas reservas
de energía que nos restan y más.
Jamás dije que los
dominicanos son ratas inmundas, hijos de puta,
que te hacen trabajar por
amor al arte y a su patrimonio.
Me refiero a un solo
dominicano y a un solo negro. Nadie más.
Tengo ya muchas
cicatrices en el pecho y guardo quemaduras
y sigo deseando ver el
retrato fiel de la historia de Europa,
sus reservas
genealógicas, sus Dalí, sus Picasso y Ellas.
Bueno, hasta aquí hemos
llegado, cada uno debe saber
la importancia que se ha
ganado en este mundo de sol
y fantasía a las doce del
día en un verano paraguayo.
¿Cómo te fue? ¿Qué tal
Barcelona? ¿Es realmente culta
la gente allá, y nunca
mean en la calle? ¡Cuéntanos!
Bien, les diré: “la gente
allá hace el amor igual que nosotros
y cada uno se da la
importancia de la forma que puede”.
Guardo la esperanza que
me devuelvan mi buena intención.
No me gusta vivir en una
ciudad donde hacen fila para todo.
Por más que me esfuerce
me es imposible acabar mi autorretrato.
Desde el inicio, he
escrito todos mis poemas en Microsoft Word,
aunque soy simpatizante
del socialismo y del software Linux.