martes, 22 de octubre de 2019

Soy el artesano de su sonrisa


Su cuerpo es una montaña que se desliza
sinuosamente hacia el mar del deseo.
La miro y la ambiciono.
Busco entusiasmarla con las anécdotas,
con las osadas noches del pasado
cuando arriesgábamos su reputación.

No tenemos prisa por el futuro.
A cada tanto
vemos una película de Netflix
mientras comemos palomitas de maíz
y sonreímos ante cualquier frase chispeante
que nos nace con naturalidad.

En una de las fachadas de su sonrisa,
como en un vía crucis del delirio,
grabo con éxtasis los ornamentos
de cada pasaje dichoso vivido,
de cada ícono precioso
que glorifica mi memoria.