lunes, 15 de abril de 2019

Las alas de la mariposa muerta

Ayer estuve  debajo de la brisa
mientras cargaba un detestable tedio,
y me nació un baipás de meta a realidad.

Aderezando un pollo sin ganas de comer,
me enmudecí los versos muy chillones,
y el mundo se venía
abajo
          acompañándome.

Entre ayer y hoy
no tuve tiempo
                         de caerme
                                          más hondo.

Y en la hondura rescato,
de aquel museo entomológico,
una ensartada mariposa por un alfiler,
con su momificada perfección.
Sus alas palpitaban tras el vidrio
ante el leve soplido de la respiración.

Decido, entonces, no rendirme y escalar
el lado más escarpado del día
sin detenerme hasta la cumbre,
para luego lanzarme al gran vacío,
para volar.

Para volar con las frágiles alas
de aquella mariposa muerta.

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