Esta canción surge en la angustia
de oír su nacimiento;
y tras la madrugada,
el clamor de sus notas.
Cebo mi mate a cada tanto,
meticulosamente (rito, herencia),
para inundar (moringa, tilo, boldo),
de hierbas aromáticas mis tripas.
Están faltos de grillos
los rincones del cuarto, y el
silencio
gime sobre el temblor de los
cristales,
sobre el último trémolo de Agustín Pío
Barrios.
Las horas mecen los acordes idos
en las orillas del amanecer,
y yo siento esfumarse mi
emoción
ante la muerte cruel de la belleza.
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