La vida se está complicando,
como la de una madre joven con leucemia
que despierta todas las mañanas
pensando en cómo quedarán sus niños,
quien los cuidará, los guiará en su educación,
en corregir a toda hora los malos hábitos,
en su aseo personal, en evitar las desviaciones,
las tentaciones propias de la juventud.
El padre siempre ha sido un fantasma
por no decir un imbécil, un pobre promiscuo.
La vida se está volviendo agonizante: ¿qué hago?
¿Busco refugio en las cadenas de oración,
o voy a lo de las putas, sin reflexionar
sobre la cercanía de la muerte?
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