sábado, 25 de septiembre de 2021

Amor de carne y hueso

Entonces el verano estaba en la espiral de nuestras risas;
y eran los bosques de tus labios, para mi alma migrante,
nidos que pretendían reponer las aves
traviesas de mi juventud.

Me sentía seguro al caminar la cuerda floja,
de vencer el trapecio de la muerte, de herir mi soledad,
trasponiendo los vértigos
donde luchaba por vencer mi hombría inútil.

Hace años que cae mi mirada
sobre tu pecho, sobre tus piernas rectas,
sobre tu manera de caminar
que alborota el supermercado.

Pero recién ahora veo
mis convicciones que nacieron
del oculto misterio
de una pasión de sangre de incandescente carne y hueso.

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