viernes, 17 de septiembre de 2021

Nuestras cadenas


No te pido que arrastres conmigo mis cadenas,
ni te ruego ayuda para estibarlas.
¿Qué ganaría yo, ocioso y saludable,
andando sin esfuerzo por las sendas del alma?
¿Y qué serías tú si yo recompensase
tamaña cortesía cargando tus cadenas?

Marchemos juntos, si así lo deseas,
hombro a hombro, secándonos nuestros sudores,
sin súplicas, hollando las angustias,
cayendo y levantándonos sin lágrimas,
al paso de las fieras pesadillas,
al ritmo de la luna silenciosa,
a veces abatidos,
a veces riendo en el repliegue.

Cantando la canción de los utópicos,
conservando la piel acechante del tigre,
empapados de lluvia fría,
como en aquella tempestad violenta
que nos dejó calados 
sin dioses en la gruta compartida.

Discretamente encadenados
amémonos en este vasto mundo.

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