jueves, 16 de mayo de 2019

Viaje temporal

En verdad, somos afortunados,
no sólo por poseer ventanas
con enormes vidrios transparentes,
sino de ver cuadros no vividos.

Veo a Allen Ginsberg
admirar al joven
del traje de baño rojo
caminando por la calle.
el siete de julio del ochenta y cuatro,
a las ocho y treinta horas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario