jueves, 25 de marzo de 2021

La búsqueda de algo que se me perdió en la casa


Ahora son las cuatro y veinticinco de la mañana;
y, una vez que amanezca, tengo la idea de salir 
al resplandor del patio, y no solo vagar
por las estancias de la noche.

Quiero reconocer mi casa. Tengo que hallar esa cosa
que me enlazaba al entusiasmo,
aquél símbolo, imagen, paradigma,
que  desconecte de una vez por todas mi discordia.

Podría ser la sombra de la enorme palmera
que planté cuando arreciaban los besos
(podrían ser las flores de aquellos enraizados besos).
Podría despertarse en mí las ganas de recuperar el jardín,
el pasto que hace mucho sufre,
y encontrar entre las malezas lo que busco.
O podría sentarme bajo la parralera 
a esperar con cierta esperanza el cíclico 
retorno de las aves regurgitando lo que busco.

Es como si dioses antiguos reclamaran esa cosa perdida
y no encontrase yo manera de satisfacerlos.
Es como si en la casa hubieran robado ese algo
y yo sufriese ser el sospechoso principal.

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