Juana la que va cantando
alegre por los senderos.
Mientras sueña va cargando
las ropas de los viajeros.
Las flores que van rozando
sus blancos dedos ligeros,
de colores van regando
su pecho y el caminero.
Juana la que va lavando
siempre mis ropas primero.
No sabe que está matando,
que yo por ella me muero.
Sobre el río está espejando
su imagen que yo venero,
que mi pasión va agrandando
porque hace tanto que espero.
Ay, Juana que estás mirando
como el brillante lucero.
Antes que vuelvas lunando
hoy te diré que te quiero.
domingo, 9 de noviembre de 2008
viernes, 12 de septiembre de 2008
Inolvidablemente
Al evocar recobro la
canción que un día,
en el edén nocturno de
tus brazos
—febril derroche de
cascada táctil—
era mi himno.
Rememorar el correteo
incontenible
sobre tu piel, de mi
caricia urgente,
la luz danzante de tus
ojos húmedos
en hondas
noches...,
es despertar en los
suburbios de mi alma
tu corazón dormido en el
recuerdo,
atesorado en los grafitis
de sus calles
con letras rojas.
martes, 5 de agosto de 2008
Patria
No baboseo con el patriotismo,
tal como lo establecen
los que precisan las fronteras
con muros
ante el éxodo secular.
Entrego con fervor mi sentimiento
a todos los caminos,
a todos los océanos del orbe,
a la propagación del mestizaje,
tal como lo establecen
los que precisan las fronteras
con muros
ante el éxodo secular.
Entrego con fervor mi sentimiento
a todos los caminos,
a todos los océanos del orbe,
a la propagación del mestizaje,
a los hombres sin patria.
lunes, 30 de junio de 2008
Romance de la noche de luna
Era una noche de luna
en la casa solariega.
La brisa rozaba el cuerpo
de la tendida doncella,
sobre desnudos contornos
evocando una gacela,
entre el aroma de lirios
de la ardiente primavera,
mientras la luz irrumpía
sobre las sábanas, lenta.
El mocetón que dormía
a unos metros de la
pieza,
en una hamaca de hilo
y bajo el manto de
estrellas,
despierta por el cantar
de un pájaro que gorjea;
y al ver la danza del
mundo
girar en viril cadencia,
con lascivo atrevimiento
a la ventana se acerca.
Con cautela y mucho miedo
en la oscuridad observa,
y de a poco se
acostumbran
sus ojos a la silueta.
La luna también miraba
aquella desnuda gema,
que al moverse a cada
tanto
hacía estallar las venas,
pues daba vida a la diosa
engañosamente muerta.
Era mármol que latía
aquella imagen argenta;
y al recibir con suspiros
el sí de la noche eterna,
su corazón se dilata,
su pensamiento se tensa,
y decide a sangre y fuego
adentrarse en la
refriega,
donde demonios y ángeles
se declararon en guerra.
Con voluntad temeraria
y con alma marinera,
esclavo de la ilusión
de aquel canto de sirena,
quiere para él el reinado
sobre las blancas arenas.
No existe acto en el
mundo
que el alma humana
estremezca
ni otra razón que
acredite
nuestra mísera
existencia.
Otra y otra vez la mira,
y en eso siente que ella,
respondiendo a sus
latidos,
entregaba sus cadenas
al aire de la lujuria,
cual Venus que se
confiesa
con el lenguaje del
gesto.
Con el corazón sin rienda
mira el vientre que se
ondula,
cómo se mueven las
piernas,
y cómo el cuerpo se extiende
con auras de una tigresa,
emanando los efluvios
que clamaban en la espera
y ofreciéndose al pecado.
Ya sin dudas (su alma
atenta),
llenándose de coraje
a instancias de aquella
venia,
con incertidumbre
intacta,
hasta la cama se llega.
Al ver que en el amplio
lecho
le aguardaba la tibieza
del sitio que le
ofrecían,
al desplegar de las velas
se dispone a navegar.
Fue noche de dicha
entera,
gloriosa para el recuerdo
cuando halló que la
Nereida,
todo el tiempo de su duda
estuvo ardiente y alerta.
sábado, 28 de junio de 2008
Caminaba sobre la otra acera
En órbitas absurdas de estrellas apagadas,
como vuelos tardíos del crepúsculo,
la memoria repite
tus ojos aburridos de mirarme.
Ni tu amor ni mi amor
pudieron recobrar su aroma
de humus en el bosque de las sábanas,
buscando resurgir
sobre las olas del recuerdo.
Y fríos en sus agonías
se desataron piel a piel
de las cadenas oxidadas del deseo.
Hoy he visto, con nubes de ternura,
llover tu risa sobre la otra acera,
como un diluvio ajeno a mi sequía.
Y detuve mi angustia —pájaro
de rotas alas—,
mirándote volar un cielo ajeno.
la memoria repite
tus ojos aburridos de mirarme.
Ni tu amor ni mi amor
pudieron recobrar su aroma
de humus en el bosque de las sábanas,
buscando resurgir
sobre las olas del recuerdo.
Y fríos en sus agonías
se desataron piel a piel
de las cadenas oxidadas del deseo.
Hoy he visto, con nubes de ternura,
llover tu risa sobre la otra acera,
como un diluvio ajeno a mi sequía.
Y detuve mi angustia —pájaro
de rotas alas—,
mirándote volar un cielo ajeno.
sábado, 21 de junio de 2008
Tu distante universo
¿Qué sol te irradia
y armoniza tus sueños orbitales?
¿Qué rayo aviva
la gravidez corpórea, la intangible belleza
de tu cíclica faz,
cautivando los lentes astronómicos?
Te miro en las auroras, distante en tu galaxia
—floresta cósmica con pájaros—, de dríade vestida,
aromando las calles de tu reino,
sobre alcobas desnudas
donde el poema nace de la piel amanecida.
En cien constelaciones de verbos y adjetivos,
y a mil planetas adherida,
eres tú —y no ese sol— el foco y médula
de tanta majestad y onírico universo.
Confuso entre sextantes,
te observo con monóculo primario
—inalcanzable estrella—,
perdida mi mirada en tus ajenas sombras.
En el laberinto
Doloroso de ti,
doblado estoy sobre tu rostro sepia,
repetido en tus ojos
de los días sin verte.
Este tiempo que abate
como fiera incansable en su arrebato,
con su garra filosa,
me clava soledad en la garganta
y sangro en agonía
en el páramo triste de tus besos.
Desde el mantel bordado de la noche
la luna alarga su irradiado brazo
hasta mi rostro en sombra
y lo inunda de plata en el espejo.
Las estrellas titilan
en la gula lejana de sus brillos
apáticas a mi futilidad.
En la penumbra de mis ojos cerrados
te descubro en la risa,
escondida en el juego del desnudo,
con mis ojeras nunca cansadas de mirarte.
Ahí, en el laberinto del descuido.
Sueño circular
Soy el que sigue y caerá
vencido
en el bosque fatal del
desenlace,
en último desguace,
ausente copa y hojarasca,
humus del olvido.
Aunque vislumbre el canto evanescente
y aspire débiles efluvios
de la gloria,
la calma migratoria
gravitará en el
perdurable adiós mi ser ausente.
Otro utópico, posta en la carrera,
acometiendo el vano,
desandará la análoga
aventura.
Ante su odre vida de febril quimera,
entonará, prolijamente,
el cíclico y humano
concierto con ajada
partitura.
jueves, 19 de junio de 2008
La agonía de los árboles
Del paisaje ruinoso en la
apatía,
sin remedio sus hojas,
sentenciadas
sus voces en angustias
extraviadas,
yerma mudez y triste
labrantía;
en pugna desigual y sin
aliento
ante el soplo inclemente
del destino,
en el ángelus gris, sobre
el camino,
gimen los árboles su
adiós al viento.
La augusta majestad de
sus pasados
sostenida por troncos
extenuados,
se resiste a las fauces
de la tierra.
Análoga derrota,
consecuente
ante la eternidad
omnipotente,
ansío yo para mi humana
guerra.viernes, 25 de abril de 2008
La niña casta
Soñando vive
Viviendo sueña
De dulces ansias
La niña es dueña
Contiene el alma
Por vez primera
Hondos colores
De primavera
Cantando vive
Viviendo canta
La niña crece
Casi una santa
Por vez primera
Su corazón
Halla la dicha
De la ilusión
Soñando canta
Cantando sueña
Y en su futuro
Feliz se empeña
Hasta que el tiempo
Le dijo basta
Hoy llora sola
Triste y sin casta
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