Al evocar recobro la
canción que un día,
en el edén nocturno de
tus brazos
—febril derroche de
cascada táctil—
era mi himno.
Rememorar el correteo
incontenible
sobre tu piel, de mi
caricia urgente,
la luz danzante de tus
ojos húmedos
en hondas
noches...,
es despertar en los
suburbios de mi alma
tu corazón dormido en el
recuerdo,
atesorado en los grafitis
de sus calles
con letras rojas.