sábado, 28 de junio de 2008

Caminaba sobre la otra acera

En órbitas absurdas de estrellas apagadas,
como vuelos tardíos del crepúsculo,
la memoria repite
tus ojos aburridos de mirarme.

Ni tu amor ni mi amor
pudieron recobrar su aroma
de humus en el bosque de las sábanas,
buscando resurgir
sobre las olas del recuerdo.
Y fríos en sus agonías
se desataron piel a piel
de las cadenas oxidadas del deseo.

Hoy he visto, con nubes de ternura,
llover tu risa sobre la otra acera,
como un diluvio ajeno a mi sequía.

Y detuve mi angustia —pájaro
de rotas alas—,
mirándote volar un cielo ajeno.