Era una noche de luna
en la casa solariega.
La brisa rozaba el cuerpo
de la tendida doncella,
sobre desnudos contornos
evocando una gacela,
entre el aroma de lirios
de la ardiente primavera,
mientras la luz irrumpía
sobre las sábanas, lenta.
El mocetón que dormía
a unos metros de la
pieza,
en una hamaca de hilo
y bajo el manto de
estrellas,
despierta por el cantar
de un pájaro que gorjea;
y al ver la danza del
mundo
girar en viril cadencia,
con lascivo atrevimiento
a la ventana se acerca.
Con cautela y mucho miedo
en la oscuridad observa,
y de a poco se
acostumbran
sus ojos a la silueta.
La luna también miraba
aquella desnuda gema,
que al moverse a cada
tanto
hacía estallar las venas,
pues daba vida a la diosa
engañosamente muerta.
Era mármol que latía
aquella imagen argenta;
y al recibir con suspiros
el sí de la noche eterna,
su corazón se dilata,
su pensamiento se tensa,
y decide a sangre y fuego
adentrarse en la
refriega,
donde demonios y ángeles
se declararon en guerra.
Con voluntad temeraria
y con alma marinera,
esclavo de la ilusión
de aquel canto de sirena,
quiere para él el reinado
sobre las blancas arenas.
No existe acto en el
mundo
que el alma humana
estremezca
ni otra razón que
acredite
nuestra mísera
existencia.
Otra y otra vez la mira,
y en eso siente que ella,
respondiendo a sus
latidos,
entregaba sus cadenas
al aire de la lujuria,
cual Venus que se
confiesa
con el lenguaje del
gesto.
Con el corazón sin rienda
mira el vientre que se
ondula,
cómo se mueven las
piernas,
y cómo el cuerpo se extiende
con auras de una tigresa,
emanando los efluvios
que clamaban en la espera
y ofreciéndose al pecado.
Ya sin dudas (su alma
atenta),
llenándose de coraje
a instancias de aquella
venia,
con incertidumbre
intacta,
hasta la cama se llega.
Al ver que en el amplio
lecho
le aguardaba la tibieza
del sitio que le
ofrecían,
al desplegar de las velas
se dispone a navegar.
Fue noche de dicha
entera,
gloriosa para el recuerdo
cuando halló que la
Nereida,
todo el tiempo de su duda
estuvo ardiente y alerta.
Maravilloso romance, Óscar. Entre la realidad y el sueño. Además de haber logrado un lenguaje excepcional has conseguido que no sepa si lo que sucede es una realidad o una visión.
ResponderEliminarTe felicito
Un beso
Ana
Te pido disculpas por esta respuesta un tanto tardía.
ResponderEliminarTe agradezco con honda alegría tus conceptos sobre este romance. Siempre existe en nosotros la duda de cómo llegará el poema.
Un beso también para ti.
Óscar