¿Dónde existe un jardín para esta lluvia
veraz, una semilla, un brote endémico,
un capullo con pétalos sedientos,
una rosa implorando en el rincón?
¿Por qué caer sobre tan duras piedras,
el único recinto del paseo;
enceguecer la cúpula del cielo,
la azul certeza de la libertad?
¿Qué dios querrá venir a amar aquí,
qué rayo saludable, qué destino
de victoria, qué éxtasis del trino?
No existe aquí lugar para esta lluvia
copiosa que, en ausencia de algazaras,
cae sobre el silencio de mi alma.