En esta noche surco el
aire
más profano del hombre, a
ras del suelo,
como un pájaro herido,
temeroso
de ser mordido por los
rudos perros
de los días.
Siento a lo lejos la
esperanza de vivir
con los fuertes batidos
de mis alas,
pretendiendo entrever
la luz visible tras la
bruma,
el simbolismo de mis años
que forjan los espacios cenicientos
de mi muerte.
La música que hoy escucho,
como una eternidad
galáctica,
se lleva la verdad
inasequible
de todo lo vivido.