martes, 18 de junio de 2024

Gravidez de la lira

Escucha, oye cómo vibra,
en el nudo callado de la noche recóndita,
la cuerda insomne.

En el celeste útero,
con milagroso canto, madura la memoria
la gestación.

La mente grávida recorre
las arterias del tiempo, las alas de la sangre,
la luna herida.

Escucha, oye cómo cruje
el cascarón del huevo, cómo pía el misterio
sobre la blanca hoja.

lunes, 17 de junio de 2024

Cada quien elije su lugar en la vida

Los hombres se ubican, tarde o temprano,
en su lugar exacto de la vida,
desde donde podrán autodestruirse sin piedad,
oscuros y tensos y desdoblados
en trozos distintos que no armonizan entre sí,
en segmentos de seres que no se comprenden,
que no conversan sino monologan,
mientras en sus ciudades interiores,
en sus heroicas catedrales,
se arrastran día a día, con penuria,
reclamando a gritos la extremaunción.


viernes, 14 de junio de 2024

El silencio de los inconclusos



La locura del verso, cuando en la tarde,
junto al ahogo del crepúsculo, 
se apandillan los pájaros deformes;
y a través de la mano del poeta 
se insinúa el esmalte de las alas,
las plumas recompuestas 
que apaciguan heridas de la sombra...,
en plena noche acude la emoción.

Las diosas que de entre el misterio surgen 
se deleitan con líricas criaturas 
glorificadas en sus brazos,
y en feliz embriaguez 
ungen la frente de los elegidos.
Virus azul hacia el contagio, 
fiebre que alumbra todo espíritu.
¡La enfermedad divina del talento!

Mientras arde en silencio un hombre 
en su oscura labor, tallando en la madera 
candente de las horas, 
con el leño incendiándole las alas,
los vocablos tozudos, las afonías últimas,
su rostro aprisionado en el carbón.

jueves, 13 de junio de 2024

El jubilado

Distraído en el banco de la plaza,
el viejo corazón ya no practica
su lenguaje de sábado en la noche,  
sus paseos de sol en las playas vacías.

Una bomba mecánica 
sigue irrigando amiga
el cuerpo abastonado;
y en la cara curtida
persiste aquella rosa del ayer, 
pasión ahora consumida.

Pasan los jóvenes, elásticos,
algunos raudos en la urgencia matutina
por causa del rigor de los horarios;
otros, indiferentes con miradas perdidas, 
todos felices solo de vivir.

Van segando las briznas
bajo el eterno sol
para el granero de la vida;
brindados al amor,
ardientes en el alma sensitiva,
dueños del hoy y del futuro.

Al sueño de la otrora fantasía,
el viejo corazón sigue latiendo
en la hermosa mañana que termina.
Al fin del ajetreo
se aturde de vigilia.

Tantas agitaciones
lo abruman y alucinan.
Remonta la mirada, reconoce
las hondas maestrías
que el sosiego propone.

Y en medio del bullicio y de la prisa, porque han dado las once,
el tiempo del solaz culmina.
Mira la plaza, su propia ausencia, 
y hacia su cama se encamina.  

martes, 11 de junio de 2024

Como una lagartija en el desierto

Cuando el verdugo sol,
día tras día,
caiga con su plomizo odio,
los buitres en las nubes
acecharán en vano.

En el oasis,
frente al espejo de la fuente,
donde la luna y la serena infinitud
retozan en la noche,
como paciente lagartija,
me haré habitante del desierto.

De ahí en más
—reptil de sangre fría—,
caminaré feliz por las arenas tórridas
sin el apremio
de levitar, pues, subiendo las dunas, 
me adueñaré del horizonte 
levantando las patas alternativamente.

viernes, 7 de junio de 2024

Perdóname la bofetada


A tus pies —gato entre los flecos de la colcha—,
vengo a pedirte consideración. Mi voluntad 
de alejarme de ti era solo un deseo falso, 
un pretenderme libre de los grilletes de la convivencia,
una pueril demostración de mi odioso machismo.

Ahora que la noche se volvió interminable
por mi funesto autodestierro de tus brazos,
me reprocho con reprensiones en mi altar recóndito
estos gemidos silenciosos,
estas ansias de besarte en la nuca.

Lo hecho hecho está: el puñal de mi crimen
(la fuerte bofetada)
sigue temblando en mi mano sangrienta,
mientras observo en tu mirada
un recorrer de gritos por mi mente
y una condena firme sin clemencia ni olvido.

Te muestras fría a mi remordimiento,
a mi ruego insistente para ser indultado.
Allí estás con tu mueca victoriosa,
tu memoria exhumando cicatrices,
oculta en el mutismo de las víctimas.

Permanezco sentado a tus pies frente a ti
con los ojos cerrados para oír tu deshielo.
Ya no respondo a tu rencor:
sólo espero besar tu boca 
de absolución y sexo.

martes, 4 de junio de 2024

Las huellas del espanto

Habías desarmando tu velero;
las aguas se volvieron traicioneras para navegar;
sin viento, todo fue incomodidad:
el verano picante, el invierno punzante,
exhibiendo la vida su macabra piedad

Esta noche no vienes a vencerte a ti mismo
sino a batir señales de tu corazón en peligro:
relámpagos, razones por las que arrojaste
la dura tempestad sobre tu cuerpo,
por las que tu conciencia hoy se atreve
a censurar tus borracheras.

Has bregado en la angustia de las altas olas,
Estremecido de oír tus pesadillas,
deshecho en las alarmas de traiciones,
pues hienden en el alba su puñal en tus muslos,
en las partes sin hemorragia (para evitar tu muerte),
sólo para verter dolor, tortura e inacabable pánico.

Como un devoto en susto, te has mentido
en oración para aceptar la muerte
del que ha resucitado a los tres días,
y poco a poco vas recuperando
la historia del calvario, de la crucifixión,
el sueño de tu infancia de convertirte en santo.

Tras las murallas de tus fármacos,
te has vuelto estéril a la dicha,
confuso por el síntoma de tu chatura humana,
de tus absurdas chances de heroísmo y gloria.

Hoy, en tu espíritu, luego de ver a tus amigos
marchar alegres hacia la locura,
se enmudece la fiesta de tu vida,
encerrado en el ataúd del tiempo, temeroso
de caer ante el caos menos imaginado.

Aunque ambicionas retener destellos del pasado
en el desierto de tu cielo estremecido,
todo me indica que nunca fuiste un poeta beat
que salía de la pesada realidad
flotando por las drogas consumidas.

Los temblores de tu codicia han menguado,
y sostienes tu risa existencial
en la conquista tenaz del conocimiento.

Luego de largos años de lucha sin rendirte,
en rearmar tus velas, logras hoy emprender
las anhelantes aguas de tu mar odiseo.