domingo, 17 de julio de 2022

La lluvia mansa

Sobre el tejado caen gotas persistentes
como un invicto galopar de cientos de caballos;
y una subyugante armonía que nunca cansa se adueña de mi espíritu,
llevándome sus notas a los jardines de mi infancia casi ya olvidados.
Se abre aquel mundo de madre protectora con sus noches de ensueño en remolino,
donde la lluvia mansa me dormía con su arrullo inmortal.
Una lámina redonda y de plata parpadea en lo alto,
como un ojo carente de pupila, más allá del empapado cristal,
más allá de la bruma que intenta engañarme.
Es como si en verdad ocurre que aquel mismo duende dirige su concierto.

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