Conocí a un hombre afable
(cuyo nombre no deseo inventar)
que un día comenzó a refunfuñar
porque el futuro le quedaba chico
para la gran tarea que le debía al mundo.
Pasaba el tiempo
y no lograba emocionar su sentimiento
(carecía de exaltación).
¿Qué será de su espíritu, de su salud mental,
pues esta noche de nuevo no duerme
y al alba no le llega todavía la mansa lluvia,
la que hace remover las fantasías?
¿De cuál estratagema hará uso
para atrapar aquellas risas del pasado?
¿Volverá a su antigua caminata
mientras la luna lo observa y lo avergüenza
porque no logra confesar sus turbaciones?
¿Regresará la gloria del derrame
a sangrar en su voz herida?