con las luciérnagas divinas.
Mis manos, desatadas y viriles,
invadieron tu cielo constelado.
Gravitante tu boca,
Mis manos, desatadas y viriles,
invadieron tu cielo constelado.
Gravitante tu boca,
rojiza pulpa de tu huerto carnal,
desbordaba futuro;
y mi presente, con su ardor en fuga,
parecía incendiar el infinito.
Devoto en la fogata de tus labios,
en los rescoldos de tu piel,
en el tacto quemante de tu cuerpo,
hasta el alba sufrí
el regocijo de los mártires.
desbordaba futuro;
y mi presente, con su ardor en fuga,
parecía incendiar el infinito.
Devoto en la fogata de tus labios,
en los rescoldos de tu piel,
en el tacto quemante de tu cuerpo,
hasta el alba sufrí
el regocijo de los mártires.
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