sábado, 24 de octubre de 2015

El blues de la última realidad

El color de la tarde de este otoño va diluyéndose
como el lamento cúspide de un saxo.
Tal vez una llovizna está cayendo afuera,
tal vez le cubre al alma la dimensión de la tristeza.

Hace tiempo cerré mis ociosas ventanas,
y casi he olvidado
reponer el agua en la fuente de los pájaros
de mi jardín rendido, el agua
de lluvia de las ebrias primaveras.

Toda la inmensidad de la noche a mi alcance,
no alcanza, sin embargo,
para esta mano que depone su insistencia,
para huir de los buitres de la melancolía.

Los grillos desistieron de herirme los oídos,
y abandoné por siempre la casa de la infancia.
He cubierto la imagen de mis muertos,
he olvidado las risas de mis putas tristes.

El tiempo se hizo brújula de mi viaje forzoso,
y fatalmente me aproxima
a la dura tiniebla de alta mar,

al escarmiento de la luz.