Viendo a nuestros verdugos esperar
muy sensibles a nuestras aflicciones,
respetuosos de nuestros desalientos,
como lobos que son domesticados
para aullar con fingidas cortesías...,
veladamente preguntamos:
¿Dónde fueron sus crueldades?
¿Qué excusa retarda la ejecución?
¿Acaso en los detalles del cadalso
y en la excavación de las fosas
nosotros mismos no hemos trabajado?