Cae una lluvia eterna en
el crepúsculo,
crepitante desde el ayer,
y baña los desvelos de mi
espíritu.
Los antiguos deseos, las
amargas
esperanzas cesantes, mis
sombrías
turbaciones en los
espejos.
Las penas del amor
remotas
hieren el pecho de esta
noche yerta,
y lloran por sus luces
miserables.
Ahora que el dolor ha
madurado
y hace punzar el alma sin abrirla,
debo aprender los gritos en silencio.
y hace punzar el alma sin abrirla,
debo aprender los gritos en silencio.