Opalina
y azul
sobre
la tela cósmica.
Silente
imagen de dorados guiños.
Divina
ante la humilde brillantez
de
la devota luna.
Sutil
aura que esconde
celosos
torbellinos de cenicientas nubes.
Imán
de luz en la expansión oscura,
preñada
por los rayos
de
aquel otro devoto enardecido,
para
estallar la vida.
Parto
y cuna del hombre,
elíptica
ambulante,
sosegada
materia
jamás
inerte.