viernes, 27 de octubre de 2023
Paradoja del bello horror
En este amanecer lluvioso
donde el vacío se llena de voces
de tormentosos e interminables estrépitos
y miedos impotentes,
se hace en la bóveda furiosa
la bella luz
y el despótico grito de los rayos
(hábitos de la tempestad).
Luego el cielo y la tierra
y el viento amainado se mecen
en el lento regreso a la normalidad,
mostrando gratitud a los divinos dioses
que han aplacado su ira
luego de tanta destrucción.
El día crea, entonces,
un sagrado ámbito que convoca
a sosegar la sed de confusión vivida: los sentimientos encontrados (el esplendor de la furia
y el devastado rastro de la calma)
que impiden la armonía en el espíritu.
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