martes, 17 de diciembre de 2019

Es mi mundo un firmamento en contracción


En medio de estas cuatro paredes voy diciendo
(aunque no sé si, «enlazados vocablos»);
instruido hasta la médula,
exangüe por la lentitud de mi caída: benditos versos.

Cuando llega el anochecer
se inicia mi porfiada lucha contra el odio
a los demonios que esperan mi cadáver
(¿no sabíais que a veces creo en Dios:
me brota la esperanza de encontrarme
mañana con mi padre, con mi hermano,
con todos los que amé en esta fugaz aventura?).

A vosotros os digo
—quienes habéis perdido la ilusión—:
perseguid y encontrad el camino de los sueños,
la victoria espantosa donde yacen
los devotos a sus destinos
(enfermedad terrible del poema).

Atreveos: miradme
en medio de mis cuatro muros donde digo y me desdigo;
escrutadme detrás de la entornada puerta,
donde me atrevo a levantar hasta las nubes
la copa de la eternidad.

Buscadme y observadme. Así sabréis
que soy una pregunta lánguida 
ya sin respuestas en mi voluntad.

Buscadme, ahora que mi mundo
espera todavía su tiempo de estallar.