El grito de la ducha en
el baño
me va contando la
historia de tu rostro,
de tus pechos, de tus
nalgas.
Canta un grillo
trasnochado y monocorde
y la indiferencia se
detiene:
sangro gota a gota los
días
y lleno con los coágulos este presente hueco.
Me hago el desentendido
porque hasta hace poco yo
era feliz.
Que me grita la ducha,
que me grita la historia
de tu hembra,
como si todo quisiera
volver a empezar:
seducción y deseo, risa y
contrarrisa,
como si esta mañana no
tuviera
su terrible antecedente,
como si haciéndome el
sordo estrangulase
los sueños más horribles
de mi noche.