Se ha ido —¡quién sabría
a qué regiones,
y cómo revertir su
alejamiento!—,
entonando quizás en otro
viento
la mítica belleza de sus
dones.
Te perturba el silencio
de sus sones,
de los susurros en el
hondo aliento
derramando en el labio
del tormento
hechizos de las pulcras
expresiones.
Versos plenos de noble
poesía
cuyo regreso exige
absolución:
en la recuperada
sumisión,
indulto a su frialdad y
rebeldía.
Sea (aguardo) la orilla
de mi frío:
frontera del dolor, de lo
sombrío.