A veces el hastío determina,
como la muda espada del guerrero, su golpe terminante, el más certero,
y en aislada quietud nos peregrina.
Otras, nos clava en cruz, y nos desclava
envuelto en pena y en la noche oscura,
manando nuestro ánimo atadura
como la voz de una mujer esclava.
En general, adopta una manera
agresiva de sogas y cuchillos,
de lanza en ristre o de puñal en mano.
Mas sería peor si cruel te hiriera,
cual hiere la monodia de los grillos
en el silencio el desvelar humano.
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