Imploro porque Dios
cambie su cara
de inhumano rencor y de
castigo,
que no pregone amigo ni
enemigo
y que nos mida con la
misma vara.
Que sus Ojos observen la
entereza
del hombre, cómo vive en
este mundo
con un dolor eterno y
pudibundo,
en este paraíso de
incerteza.
Que guarde más piedad de
nuestra impura
condición humana envuelta
en velos,
de nuestros desvaríos y
desvelos,
de su obra plagada de
locura.
Imploro porque Dios toque
a mi puerta
y se retracte de la rosa
muerta.