Igual que tú, merodeador
fiero,
seré, con rostro oscuro,
letargo en la memoria del
gran río,
en las aguas de Heráclito,
donde el presente vierte
su agonía.
Mamífero perfecto,
velludo amante,
vivo entonces, ahora ido,
como los dinosaurios perviviendo
en museos
de arqueología, en osamentas
de arqueología, en osamentas
con cuencas abismales, encriptado
en vasijas de tiempo, eternamente
mudo
bajo inmensos cipreses.
Oh, ancestro, como
yo, como yo en el mañana.
Por las calles de
enhiestos árboles,
todos los días
canturrearé
con las manos en mis tibios
bolsillos
y mi leve canción evolutiva.