En la gran comarca, la
sequía
se revela en arrebato de
los dioses.
Seres vivos ávidos
acuden por sed a la
laguna.
Cándidos algunos
encuentran la muerte sin
piedad.
¿Qué será de ti, sediento
y trágico,
débil, frágil, tras tu
armaje bípedo,
revelado y ciego a la
acechanza
del depredador?
Hace tiempo el pájaro no
pía.
Dos palabras son un lujo
extremo
para la garganta
seca.
Solo por el páramo,
hurgas las raíces más
profundas
para la humedad que te
apacigüe.
Se agrietan los días,
taja el sol,
cuecen las heridas
supurantes,
mientras vas luchando
con demonios fieros del
suicidio
que anhelan oír
el ansia sumisa de la
muerte.
Caminas,
merodeas,
tropiezas y caes, y al
final
te interrogas:
“¿Qué me matará primero:
el colmillo en el cogote
o esta sed que quema el
brío?”
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