Como un río en la lluvia, van
tus horas
corriente abajo hacia el final del miedo,
con su caudal
sobrepasando el lento
reposo de la sed que al
alma acosa.
Como se escurre de la
mano, roza
la realidad y viaja hacia
el ensueño,
para hacerse memoria en
el tormento
de un siempre adiós que
deja vil impronta.
Vas construyendo, en los
fugaces días,
los pequeños estuarios,
las sentinas
que el indómito líquido
almacene.
Y aunque el río desborda
y te colmata,
es tanto su derroche que
en la nada
su curso principal vuelca
y se pierde
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