Volviendo Menelao de la guerra,
le transmiten que Helena fue raptada
por los hombres de Troya. Con la espada
en alto el rey prorrumpe: “¡Cielo y tierra,
pido a Zeus acabar con los troyanos,
con París, con los míseros ilotas!
Allá estaremos con resueltas flotas
miles de combatientes espartanos.
¡Agamenón, por nuestra sangre hermana.
Oh, poderoso Aquiles. Griegos todos:
enterremos sus hombres bajo lodos!”
En tanto Helena inquiere en la lejana
Troya a los dioses dueños de su suerte:
«¿Traerán los aqueos ira y muerte?».