viernes, 29 de agosto de 2014

El emplazado


Buscan acometer contra la mole
de mi feudo muy bien amurallado.
Las ansias del pillaje y la piel tersa
de nuestra reina tientan sus deseos.

Así mismo, vencer la testaruda
negación a los ímpetus tiranos,
pues odian que los simios, en las ramas,
contra el león regente satiricen.  

Me advertirán en vano sus palabras:
«He aquí el hombre que vino a desplazarte»,
señalándome un pobre desdichado
a quien acucian hambre y mil demonios.

Les digo a los que buscan intimarme:
«el hombre que trajeron soy yo mismo,
que vino aquella vez, cuando creyó
que era, del que fue, su reemplazante».