Buscan acometer contra la
mole
de mi feudo muy bien
amurallado.
Las ansias del pillaje y
la piel tersa
de nuestra reina tientan
sus deseos.
Así mismo, vencer la
testaruda
negación a los ímpetus
tiranos,
pues odian que los
simios, en las ramas,
contra el león regente
satiricen.
Me advertirán en vano sus
palabras:
«He aquí el hombre que
vino a desplazarte»,
señalándome un pobre
desdichado
a quien acucian hambre y
mil demonios.
Les digo a los que buscan
intimarme:
«el hombre que trajeron
soy yo mismo,
que vino aquella vez,
cuando creyó
que era, del que fue, su
reemplazante».