martes, 23 de julio de 2019

Mi rama opuesta


Pudiera estar yo también muerto
y ser fantasma en esta vida,
vagando en los confines de mi entorno,
porque la algarabía de mi hermano,
que se encontraba en la opuesta rama,
se desgajó a destiempo y todo el peso 
del árbol se me vino encima.

Pudiera haberme muerto de su ausencia
como mueren las ranas en las ciénagas,
pero lo he sobrellevado,
y hoy lo acepto en su abismo sin contacto,
reteniendo su infancia en pocas fotos,
como si esperara su risa que ya no sustenta,
sus ojos que confiesan
la existencia que ya no ríe.
¿No es esto estar muy lejos de la suerte?

Y como los inviernos
no sólo matan primaveras,
sino también a quienes más amamos;
y como nuestra sangre que es conducto de oxígeno,
de constante renovación,
es también cuerda del reloj que me desgasta
y me destruye lentamente. . . ,
seré también, muy pronto, como él,
recuerdo de una rama desprendida
en el árbol caído de raíz.

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