viernes, 28 de agosto de 2020

Mutación

Sube las escaleras sin cansarse;
y siempre que le dices:
«¡párate!», él se para;
le dices: «bueno, ¡basta!»,
y él deja de entablar conversación.

Tu cerebro, algún día,
será implantado en él.
Entonces cumplirás
tus propias órdenes.

domingo, 23 de agosto de 2020

La lumbre débil

En la fogata del recuerdo
sigue ardiendo hasta hoy la pasión que ennoblece,
y minuto a minuto va devorando el tiempo
su pálido fulgor.
Como en la cárcel,
saltea el muro débil de tu pecho
el eco de su palpitar.

Para el deleite del olvido,
en vano intentas lanzar nuevas miradas
hacia aquella cima de luz
y de aires puros de la vida.

¡Ay, intocable altura!
Hoy has perdido
la paz del solitario
que casi siempre te habitaba.
¡Sube, espíritu mío! ¡Hazte fuerte
como el brazo del antiguo remero!

No dejes que en la noche,
en la penumbra triste,
el viento del desánimo
azote con su vil extremaunción
la moribunda llama de la altura.

jueves, 20 de agosto de 2020

Desde mi angustia existencial

Cuando el futuro
se arroja sobre mi conciencia frágil 
y me asedia en el lecho, después de medianoche,
empiezo a batallar
con mis demonios caras de ángeles.

(Esta visión destrozaría
el alma más robusta;
el de un sepulturero, por ejemplo).

Cuando la vida suelta sus amarras
y me muestra el mar invisible, 
el mar del infinito que se mece,
sé que emprendo una torpe fuga:
la ingenua travesía hacia el naufragio.


sábado, 15 de agosto de 2020

Aves sublimes

Mediante la poesía llegar a lo desconocido. (Arthur Rimbaud) 


Agoto mucho tiempo de mi vida
escribiendo poemas
que nunca logro concluir,
curioseando por lugares misteriosos
donde me ofrecen tragos seductores de silencio
y me indican que puedo suspender mi tarea
cuando quisiese,
que puedo trasnochar inmune
a los sentimientos de culpa.

Cuando busco volver de mi aventura,
a nadie le molesta mi regreso
a esta porción de mi existencia
donde constato que nada más necesito
para seguir discurriendo los versos
que van agotando mi vida.

Al acostarme se cierran mis párpados
por vencerme cansancio y embriaguez;
los seres de los lugares desconocidos
(genuinos duendes de la poesía)
se muestran sobre mi mesa de luz,
y en mi entresueño declaman emocionantes versos
que salen uno tras otro volando al infinito
como sublimes aves en eterna emigración.

domingo, 9 de agosto de 2020

El viaje hacia la meta

¿De qué modo llegaste hasta esta posta,
y de qué modo buscas proseguir
para alcanzar tu meta?
¿Acaso no se nota en tus facciones,
en el espanto de tu rostro,
terriblemente, la anarquía de tu empeño?

El desierto de tu pasado ha hecho arenas
de tus antiguas resonancias,
de la tierra donde amabas vivir,
de los vertiginosos días,
de todo lo vivido.

Era el futuro más arrebujado que el presente,
pero habitas hoy el presente sin necesidad de futuro.
Seguir la lucha es tu apetito.
Aunque tu hambre ha luchado ya todas las guerras, 
no dejas de buscar el sitio exacto
donde los dioses piensan celebrar la cena opípara.

Has llegado hasta aquí casi como lo imaginaste:
sin euforia ni desaliento, con la humana memoria que te queda
para atrapar los espejismos que te huyen,
para reconstruir las ruinas de tus sueños,
para hincarte en la arena de su calcinado desierto
y así reconciliarte con el severo olvido.

No debería ser la vida tan inapelable al mostrar su erosión,
pero prescindes desde aquí y ahora de brújula y sendero.
Cabalgarás la ruta de la estrella que aún titila
en el oscuro cielo de tu espíritu.
Y más que nunca prometes nutrir tu convicción.

jueves, 6 de agosto de 2020

Nuestro amado cadáver

Casi todas las noches errábamos por los suburbios
recorriendo barrios, cuadra tras cuadra:
viejos enjutos con cigarros en sus sillas de mimbre,
furiosos perros para un inminente ataque,
ansiosas chicas de bellas sonrisas, con guiños,
encantadores cuerpos exhibiéndose sobre las veredas.
El mundo cooperaba para que los paseos fuesen
carentes de peligros y gratos de emoción.
Las noches eran libres. Las estrellas se reflejaban
en las piedras tranquilas de la calle. El basalto negruzco.
(¡Qué libres éramos sobre esas piedras!)
Entonces, un mal día, la señora Conciencia se anunció:
la formalidad había llegado —aunque seguíamos juntándonos
los más amigos, y por las noches a cada tanto nos reuníamos
para jugar al póker o a los dados, beber unas cervezas y reír.
Luego, el juego definitivamente terminó.
Cada quien con su vida nos fuimos a formar parejas,
llegaron los retoños y más impenetrable se volvió el mundo.
Nuestros destinos no podían ya cruzarse, y el resplandor
del verano se hizo tenue como nuestra pasión apaciguada.
Nos quedamos muy solos, sin amigos.
No obstante, todo el tiempo, pegaron vuelo las palabras,
insistiendo las alas en encender las sílabas, los verbos.
A dos cuadras, la iglesia; a media, el almacén.
El gallo de la madrugada. El caco audaz
que nos dejó petrificados mientras le robaba al vecino.
Nunca cesaron de afirmarse en la memoria los recuerdos.
Abandonamos aquél mundo donde vivimos todo su presente.
Hoy poseemos otro, de algún modo quizás más apacible,
con menos desencantos de languidez existencial,
pero hay algo irreemplazable que dejamos allá a lo lejos:
nuestro amado cadáver que nos negamos a enterrar.

martes, 4 de agosto de 2020

Hombres sin destino

Estuve en un lugar
donde el orgullo y la pasión
eran considerados repugnantes gusanos del espíritu;
y por ende, querido o no,
picoteados por los cuervos blancos
que devoraban la imaginación día tras día.

Los pasos que se daban
parecían interminables círculos de noria
que desnudaban todo tipo de locura
y hacían refunfuñar a las almas rotas
—aún siguen dándose hoy en el recuerdo;
aún persiste el ánimo de huir,
aunque muy pocos lo han logrado.

Sitio ideal
para la conciencia acallada, para los tristes
que buscan los paseos solitarios
al aire libre, la lectura de la Biblia,
el soliloquio;
para los que resisten la lluvia en la memoria:
la añoranza,
los planes sin futuro.