I
Cantando para ti con versos de tu canto,
pues mi espíritu moja tu interminable mar,
descifro los misterios de tus piedras indígenas,
mientras aspiro el aire fresco cordillerano.
(Ah, cuánta fantasía, poeta del derroche,
poeta de la eterna canción desesperada).
Te veo ciudadano con un terno de sport
paseando callejas de barrios marginales,
saludando vecinos de pobres vecindarios,
buscando pescadores en negocios de pesca,
aprendiendo tonadas de alegres lavanderas
y abriendo puertas rústicas a lo largo del mar.