jueves, 29 de octubre de 2020

Expansión de la vida

Hay anhelo en las nubes
y regocijo en los pantanos.

Se pudre la hojarasca
y todo germina con mayor fuerza,
y retoña la vida
y sube por el aire
en las sendas y en las entrañas de los bosques.

Cada aurora acrecienta su memoria
en los abismos temporales,
y vamos desmontando
a sangre y muerte el infinito.

En el nido del hombre
vamos rompiendo el cascarón del huevo.


miércoles, 28 de octubre de 2020

La cama

Hoy percibí al destino olvidado de mí.
Por más que hasta la aurora le reclamo en mi cama
me niega de la gloria el justo frenesí,
y en mis húmedos leños no me enciende la llama.

Casi sin esperanza, febril, día tras día,
calladamente acepto en la agobiada noche
su corazón helado, su muda lejanía,
que con su cruel condena me llena de reproche.

De a poco está apagando mi ambición de avanzar;
cada vez es más negro el gris amanecer,
donde espero impaciente un poco de emoción.

Mas solo hallo el tedio, las ganas de matar
al hombre que no avanza, que no logra vencer,
que rehúye la cama empleando un bastón.

sábado, 24 de octubre de 2020

Risa de la muerte

Del poder que ostentaba orondamente,
malgastando el dinero del erario,
luciendo el oropel de funcionario
hasta en la alcoba de la amante ardiente;

y agraviando a la esposa transigente,
a los amigos desde Pedro a Mario,
pasó de caballero a vil corsario
al acabarse el oro bruscamente.

Sólo le queda hoy la fiel memoria
para ajustar el hilo de su historia
y lamentar el vuelco de la suerte.

Noche tras noche, en senectud beoda,
una taberna sucia le acomoda
frente a la risa helada de la muerte.







Liberación

Va llegando el momento
de irrespetar los vínculos sagrados.

Es tiempo de profanaciones,
de romper otras tablas, caer sobre el becerro
con los colmillos afilados.

Liberar las compuertas del gran dique
que contiene las quejas
irreverentes del espíritu;
y que se nublen en sus sueños baladíes
las calles de la abulia,
que la ciudad se vista de guirnaldas
de lucidos colores,
y que en cada crepúsculo agonice
la bestia que te invade.

Va llegando la dulce hora
del nacimiento de la luz,
de la tregua de todos los dolores,
del discreto equilibrio de tu espíritu,
vencedora
de la voracidad de los gusanos.



Pálidos muros

Qué lejos se encuentran aquellos muros
amarillos, pálidos de tristeza.
Qué imposible olvido. Días impuros
caminando con la gacha cabeza.

No entiendo por qué el rencor no domina
mi ser tanto tiempo vilipendiado;
ni cómo mi mente no dictamina 
la venganza atroz, el pérfido enfado.

Los recuerdos brotan libres, sin odio,
de aquellas imágenes infernales
—sonrisas grotescas, locos rituales—,

porque se volvió mi canto custodio
de mi fe curtida, y es la obertura
que repara años sin partitura.

domingo, 18 de octubre de 2020

La labor poética

Emprender una máxima estructura
para que en pleno afán de crecimiento,
agrietado su lírico cimiento,
se convierta en escombros, en basura.

Implorar por el aire que perdura
con suplicio de mártir sin aliento,
para sentir la tirria, el desaliento,
apenas alcanzado cierta altura.

Pináculo y abismo permanente,
umbrosas vías, débil certidumbre,
sueño para nutrir el entusiasmo.

Contienda entre el espíritu y la mente
ante el turbio espejismo de la cumbre.
Amasijo de ímpetu y marasmo.




viernes, 16 de octubre de 2020

Más acá de la dicha

Sigo aguardando, cada día,
la tregua de mi grito al final de la tarde;
y con mi tiempo en amoroso alarde,
la pausa del trajín verter en la empatía.

Pero el aire se ha vuelto enrarecido;
y la emoción —un lirio sin aroma—,
palpita en la carcoma
de un jardín con sus luces impregnadas de olvido.

Harto de persistir en el recuerdo
—regar el alma seca con lluvias del pasado—,
harto estoy de beber en su pausado
murmullo lo que ansío y lo que pierdo.

En cada albor me trae las venturas de atrás,
memoria de la dicha. Nada más.



martes, 13 de octubre de 2020

Postración ante la saña del sistema

Se acumulan las noches del desvelo
mientras juntas valor en la existencia,
porque andando en la dura penitencia
sucumbe poco a poco todo anhelo.

Ello implica seguir como aquel río
de lluvias, de corriente limitada;
ser espejo de aves que en bandada
raudas se alejan del tirano frío.

Hasta la carne el gólgota insufrible
mancillará con su corona fiera.
¿Acaso no basta con que se hiera
de tu ser el fragmento más sensible?

No te queda sino mirar la estrella
que lejos impertérrita destella.

sábado, 10 de octubre de 2020

La muerte en el caserón

En este retiro del viejo caserón,
entre cuatro paredes,
se va esfumando el mundo.
Desde que ella ha llegado.

Hoy es un domingo cualquiera.
La resolana del tórrido verano
embiste contra mí y contra mi perro
que dormita fiel a mi lado.

Se desvanecen las estancias
como detrás de mis recuerdos;
y en los altos rincones bajo techo,
al modo de otro paraíso oscuro,
—reino de las arañas—,
persiste ante mis ojos vacilantes
el infinito constelado.

¡Uy!, la luna matinal
emana fuera de su órbita;
parece que la vida
pende de la razón gravitatoria y última.

¿Soy acaso un guerrero moribundo?
Desde varias semanas ya
oigo su voz recalcitrante:
«admito la demora,
pero no cambio ya de parecer».

jueves, 8 de octubre de 2020

Una noche sin dormir

Desde el otro lado de las persianas,
donde las estrellas
son gemas lejanas y silenciosas,
llega una brisa leve
que recorre la casa y gira
con el soplo de los ventiladores,
mientras todos están durmiendo
con sus espíritus desnudos,
a excepción de mí.

Yo, aquí, solo, vigilante nocturno,
buscando tenderme en mí mismo,
arropo el sueño de mis seres queridos
que duermen confiados, lejos de sus ensueños,
y justifico mi naturaleza
y mi vigilia
leyendo y escribiendo hasta el amanecer.

martes, 6 de octubre de 2020

Quise escapar de la cárcel de tu amor

A tus pies, como un gato entre los flecos de la colcha de la cama,
debo pedirte comprensión. Mi voluntad de alejarme de ti
era solo un falso deseo, un pretenderme libre
de los grilletes de la convivencia, un pueril desafío
al convencionalismo.

Ahora que las noches se volvieron interminables
me reprocho con reprensiones a mi dios interno,
a mi desafortunada caída,
con gemidos callados,
con ansias de volver a ti. 

Lo hecho hecho está: el puñal de mi crimen
sigue en mi mano ensangrentada,
mientras observo en tu mirada la condena implacable,
sin clemencia ni olvido.

Allí estás, fría a mi remordimiento,
a mi ruego insistente de ser indultado;
allí estás con tu pequeña sonrisa cruel,
oculta en el silencio de las víctimas,
vociferando mi conducta equivocada.

Pasan los días. Agoniza la esperanza.
Noche tras noche sufro mi destierro.
No te alcanza que te prometa cielo, luna, estrellas.
Solo el gato se queja que le falta por las noches
el calor de mis pies.

domingo, 4 de octubre de 2020

Suprema conciencia

Aquellos muros martirizadores,
aparentemente insalvables en su época,
se encuentran hoy desmoronados;
y mi espíritu, libre en la vagancia,
recorre los lugares discurridos.

Redescubrir las frondas olvidadas
y caminar las huellas del ultraje,
siendo factible ahora
curiosear en cualesquiera
de los oscuros matorrales
que antes llamaban mi atención.

Hoy me atrevo a cazar
indiferente a los magníficos señuelos,
preservando riquezas del entorno,
y por siempre siervo de la leyes
de los humanos albedríos.

De nuevo inmerso en anchuroso mundo,
puedo disfrutar de la lluvia dócil,
del invierno sin nieve tras el ventanal,
de la noche en larga vigilia,
y extraer de estos éxtasis pequeños
los afeites, las pócimas, los bálsamos,
para paliar los azotes de aquella tiranía.