domingo, 4 de octubre de 2020

Suprema conciencia

Aquellos muros martirizadores,
aparentemente insalvables en su época,
se encuentran hoy desmoronados;
y mi espíritu, libre en la vagancia,
recorre los lugares discurridos.

Redescubrir las frondas olvidadas
y caminar las huellas del ultraje,
siendo factible ahora
curiosear en cualesquiera
de los oscuros matorrales
que antes llamaban mi atención.

Hoy me atrevo a cazar
indiferente a los magníficos señuelos,
preservando riquezas del entorno,
y por siempre siervo de la leyes
de los humanos albedríos.

De nuevo inmerso en anchuroso mundo,
puedo disfrutar de la lluvia dócil,
del invierno sin nieve tras el ventanal,
de la noche en larga vigilia,
y extraer de estos éxtasis pequeños
los afeites, las pócimas, los bálsamos,
para paliar los azotes de aquella tiranía.

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