miércoles, 28 de octubre de 2020

La cama

Hoy percibí al destino olvidado de mí.
Por más que hasta la aurora le reclamo en mi cama
me niega de la gloria el justo frenesí,
y en mis húmedos leños no me enciende la llama.

Casi sin esperanza, febril, día tras día,
calladamente acepto en la agobiada noche
su corazón helado, su muda lejanía,
que con su cruel condena me llena de reproche.

De a poco está apagando mi ambición de avanzar;
cada vez es más negro el gris amanecer,
donde espero impaciente un poco de emoción.

Mas solo hallo el tedio, las ganas de matar
al hombre que no avanza, que no logra vencer,
que rehúye la cama empleando un bastón.

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