sábado, 24 de octubre de 2020

Risa de la muerte

Del poder que ostentaba orondamente,
malgastando el dinero del erario,
luciendo el oropel de funcionario
hasta en la alcoba de la amante ardiente;

y agraviando a la esposa transigente,
a los amigos desde Pedro a Mario,
pasó de caballero a vil corsario
al acabarse el oro bruscamente.

Sólo le queda hoy la fiel memoria
para ajustar el hilo de su historia
y lamentar el vuelco de la suerte.

Noche tras noche, en senectud beoda,
una taberna sucia le acomoda
frente a la risa helada de la muerte.







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