domingo, 28 de julio de 2019

El mestizo


Nunca fuimos
ajenos al afecto,
apátridas del llanto,
ladrones de la herida,
los ríos del rencor.

Viejos espíritus, tenaces corazones,
aves que hablan con cantos leyendas guaraníes
y sueños de florestas, de duendes lujuriosos,
bajan por las cascadas de los ríos.

Juro por las cadenas de la sangre
que no fuimos nosotros los culpables del miedo,
que siempre fueron libres las cañadas,
y juro por las lluvias torrenciales
que no fueron siempre las penurias.

Nadie confía en nuestros dioses,
no creen en nosotros cuando oramos,
nos tratan como herejes insolentes,
y aceptamos ayunos y culpas miserables,
y cedemos la voz,
y borramos la risa por centurias.

Pues, sáquenme el lenguaje castellano,
cúbranme el rostro de marrón oscuro,
con máscaras de guerra,
que haré de todas formas
con la lengua rebelde de mi indio
de la injusticia, un grito;
del sueño en la floresta, mi agonía;
de mis versos, mi tumba.