lunes, 8 de julio de 2019

Amor y senectud

Cuando el paso del tiempo nos recluya
en las celdas seniles de la melancolía,
¿qué harán tus manos desprendidas de mi mano?;
¿tus labios resecándose en nuestro cuarto mudo?;
¿tu mirada, un cuchillo en mi carne rendida?

Me pregunto estas cosas, compañera,
cuando observo agitarse tu bella madurez
en cada aurora de la intimidad,
cuando frente al espejo cada día, inexorablemente,
marchas hacia el cilicio de la decrepitud.

Supongo que seremos racimos de memorias,
montón de anécdotas triviales que nadie escuchará,
cuerpos fríos negando la mutua humillación
ante el deseo que despierta a veces
grotescamente ansioso y malogrado.

Es mi deseo que nuestras almas rotas,
fundidas en la amena compañía del mutismo,
no pierdan el rescoldo de la vieja pasión;
y, después de ardorosa lucha, derramen esperanza
y empeño en el reposo de nuestro amor inacabado.

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