domingo, 7 de julio de 2019

El reo libertado

Era una tarde gris y lloviznaba
y el hombre se encontraba libre frente al penal.
Antes de encaminarse hacia su casa volteó el rostro y masculló:
—¡Basura humana! —mientras recordaba el acoso que padeció
a manos de los guardiacárceles durante tres años y cinco meses.

Cuando llegó a su casa, el cielo estaba sin estrellas, lúgubre,
y la llovizna seguía cayendo frente al farol del porche,
pero su mujer encendió la noche con una gran sonrisa.
Bebieron varias latas de cerveza y luego hicieron el amor
y charlaron un par de horas, donde él descargó toda su pena;
y mucho después que ella, él se quedó dormido y soñó
que se encontraba nuevamente en el penal, en su celda,
en tanto la misma llovizna triste caía detrás de las rejas;
y llamó entonces a los gritos a los guardias pidiendo explicación,
y uno de ellos, el más infame, con voz odiosa le espetó:
—De este agujero no saldrás
hasta que pagues todos tus delitos,
hasta que cumplas toda tu condena.

A partir de ese instante, de nuevo el tiempo se detuvo 
muchos años en ese reino sin amor, 
lejos del cuerpo tibio de su amada.

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