martes, 2 de agosto de 2022

La distancia que nos separa


Soporto la distancia hasta tus brazos,
esta llovizna persistente, como
lágrimas que caen en un lugar aparte,
lejos de nuestra magnitud.

Oigo el gorjeo del perdido pájaro,
mientras escapas de la habitación sombría
(de los recuerdos nítidos),
como yo aquí, 
de la muda tristeza de la gente.

Hoy somos una célula partiéndose
en el líquido amniótico del tiempo.

Muriéndome sin ti en el plasma distante,
persisto todavía en la inquietud estéril,
en el impulso atávico de ver desde tus ojos,
y pujar por la vida
al ritmo de tu corazón.

Persisto, pues no existe 
ninguna atroz distancia
que rebaje mi convicción
por el amor acumulado.




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