A través
del cristal miro la hondura
donde el
enigma vierte el infinito;
donde, cruzando
órbitas del grito,
emana en
el silencio la negrura.
Terráqueo,
ante mí, persiste el muro
de la
distancia atroz, el vil tormento
de verter
el allende movimiento,
inescrutable
ritmo, canto oscuro.
Venciendo
angustias, sigo a las estrellas,
sin límite
que pare ya mi viaje,
pleno de
infinitud, pasión, coraje,
consumiendo
mis días, cual centellas
en el
espacio del camino eterno,
sin cielo
ya, sin tierra, sin infierno.
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