sábado, 6 de agosto de 2022

Hiroshima y Nagasaki


                                                                       Homenaje a las casi 240.000 víctimas fatales de Hiroshima y
                                                                       Nagasaki, ciudades que sufrieron ataques nucleares los días 6
                                                                       y 9 de agosto, respectivamente, de 1945.


Porque ya no le queda fe,
porque su cuerpo humea,
una boca —rojos los dientes— indulta a los dioses
—una boca, todas las bocas, mi boca—
el infierno antes de tiempo,
el niño en sangre, extraviado entre escombros,
la madre sin cocina, sin tarea, sin despertador,
el padre buscando el suicidio,
la ciudad en llamas plegada sobre sí.

Un pájaro interroga al dios de los pájaros: por qué
el aire se inflama hasta el cielo, por qué
los nidos se achicharran, por qué
la hierba se calcina de súbito, por qué
el apareo ya no es posible
hasta los próximos cincuenta años. ¡Por qué!

Una niña, colegiala feliz,
no sabe nada y llora, desnuda llora, llora
el amor por su muñeca,
el corazón carbón de su muñeca,
y nada sabe y llora y sólo nada sabe
de esa lluvia fea, agua polvosa y gris, y llora
segundo a segundo a segundo
todo lo que fue su mundo.

En bosques bien cuidados
se cazan mariposas al otro lado de la tierra.
En campos de golf onerosos
se relajan los ideólogos de la victoria.
En alegres tertulias se deleitan los tímpanos,
en las casas tranquilas
envejecen las viudas de soldados.

Sigue el curso de la vida, sigue y sigue,
sigue la mágica restauración, ya sólo
quedan los cuerpos sin suplicio, sin rostros, sin nombres,
queda el alma en la calma del arma mortal,
sólo el consuelo de la eternidad.

Ay, esta culpa hereditaria, cómo duele.
Ay, los monstruos que somos, cómo duele.
Ay, nuestros espíritus horribles con traza
de crueldad recurrente, cómo duele.
Ay, las imágenes interminables
de la carne apretada en racimos bajo la muerte, cómo duele.

Hoy se oyen voces entonando
en los medios del orbe
venerables noticias de progreso y civilización.

. . . los seres humanos, los victoriosos sapiens, somos
los elegidos de Dios, los indomables del Diablo, somos
lo que más nos gusta hacer, el juego que más nos distrae, somos
matarnos todo el tiempo, crónicos jugadores, somos los inmortales hominoideos. Somos . . .

2 comentarios:

  1. Qué tal Óscar... Me llevaría, con tu consentimiento, este poema a mi rincón,

    un abrazo

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  2. Por supuesto, apreciado amigo. Es un honor. Te pido disculpas por la tardanza. Un abrazo fuerte.

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